Bosque Amanita nace como un ecosistema. Un lugar donde conviven la ropa, los bordados, lo hecho a mano, los e-books, el juego, la palabra, la mirada amorosa sobre la infancia.
Un espacio vivo, con raíces y ramas que se entrelazan: prendas, accesorios, muñequitos de tela, herramientas y colaboraciones que, aunque distintos entre sí, comparten un mismo objetivo.
Todo lo que aquí florece está hecho para acompañar el crecimiento con respeto, ternura y belleza.
El nombre no es casual.
AMANITA es un hongo. Un ser diminuto pero vital: está en lo que muere para transformarlo en nueva vida.
Hace posible que el ciclo continúe. Así como la infancia —con su mirada única, creativa y libre— sostiene el futuro del mundo.
El bosque es donde ocurre todo esto:
un sistema vivo, diverso, lleno de conexiones invisibles que permiten que cada parte crezca en armonía.
Así imagino este proyecto: como un bosque donde todos los elementos —ropa, libros, talleres, personas— se alimentan y potencian entre sí.
El logo lo dice en silencio: Dos hongos Amanita, uno más grande y otro más pequeño, creciendo juntos.
Uno cuida, el otro crece.
Como quien acompaña y quien es acompañado.
Como quien enseña y quien, sin saberlo, enseña aún más.
Porque en el bosque, como en la vida, todos somos importantes.